lunes, 22 de septiembre de 2008

La cuenta con equidad

Sucedió recientemente cuando Miguel Angel (Zúñiga) viajó a Trujillo, comunicándose previamente con Manuel (Ramírez M) y Abel (Coello) -quienes radican en ésa hace algún tiempo- para organizar el obligado encuentro que se concretó en el centro de la capital de la Primavera.
Las 4 de la tarde de un día miércoles les hace dudar entre unas chelas y un café express pero la temperatura ambiente (25°C) los hace decidir por lo primero.
Recuerdan y brindan por los recientes cumpleaños, comentan los nuevos logros de la campaña de reclutamiento de nuestros compañeros de la XXXI, los planes de celebración de nuestro 45° aniversario y demás temas que van surgiendo a medida que va llegando a su fín la segunda botella.
Piden 2 más, esta vez acompañadas de un piqueo de quesos y fiambres que prolongan la reunión 40 minutos más de lo previsto hasta que llega el momento de despedirse. Mirando hacia la barra desde donde el mozo - percatado que la reunión llegaba a su fin- los observaba, los tres comensales levantan la mano simultáneamente, cual coreografía de nado sincronizado, para pedir la cuenta dibujando en el aire algún garabato que el empleado sabe interpretar.
Se acerca de inmediato a la mesa y al momento que va retirando las botellas vacias les canta el monto de la cuenta: son 25 soles.
Abel hace el intento de absorber el gasto pero lo frenan a tiempo y convienen salomónicamente en repartirlo equitativamente entre los tres.
Cada uno aporta un billete de 10 soles que se lo entregan al mozo quien se dirije hasta la caja y regresa con el vuelto (5 monedas de un sol) y la espectativa de ver cómo resolvían el problema de la equidad planteada.
Manuel recibe las cinco monedas, separa dos que le entrega al mozo como propina y las tres restantes las reparte "equitativamente". El mozo sonríe, agradece y se retira.
Miguel Angel, pensativo comenta: dimos 10 soles y nos devolvieron 1, luego: pusimos 9 cada uno. Somos 3 entonces son (9x3)= 27 soles y si le agregamos los 2 que se le dió al mozo de propina, suman 29.............. dónde está el sol que falta?
No hay respuesta, se levantan mudos atendiendo el enigma aritmético instalado en sus mentes y antes de llegar a la puerta, al mirar hacia la barra para la acostumbrada despedida y agradecimiento se cruzan con la mirada del mozo quien los despide con un guiño cómplice que no hizo más que aumentar la confusión.

2 comentarios:

MIGUEL ANGEL dijo...

Pocho lo que te falto decir es que al final, no sabiamos si estabamos entrando o saliendo lo cierto es que la emocion de volver a vernos fue muy grande, los apodos salieron a flote como si no hubieran pasado los anos, eso es lo grande de la amistad de colegio, es eterna, gracias por tu nota.
M.A

LA XXXI dijo...

a propósito de apodos, tenemos que refrescarnos (fíjense que lo digo en plural)la memoria con algunos muy ingeniosos que han quedado por ahí.